Si el último fragmento era largo este lo es aún más. Espero que la historia os enganche.
-A… ¿¿Aelithia?? – Preguntó Sophiria tragándose el miedo que le producían los extraños ojos de su hermana. - ¿Qué te ha pasado?
- ¿A mí? Nada, estoy como siempre. – Respondió extrañada Aelithia.
- ¡¿Nada?! ¡Tienes los ojos amarillos! – Exclamó Sophiria. - ¡¡Y acabas de utilizar la magia de la noche!!
- ¿Amarillos? Si son dorados, será la poca luz que hay.
- No, no es por la luz, tus ojos casi parecen relucir en la oscuridad… son como los de un animal nocturno…
- Mira. – Sophiria puso sus manos en forma de cuenco e hizo aparecer agua en ellas. – Mírate.
Aelithia se acercó y miró su reflejo en el agua. Desde el reflejo en el agua unos ojos amarillos le devolvieron la mirada.
-¿Cómo…? ¿Cuándo ha pasado? – Le preguntó a Sophiria.
- Cuando me caí viniste corriendo y te quedaste muy quiete mirando las heridas que me había hecho…
- De eso me acuerdo. – Dijo Aelithia.
- De pronto empezaste a recitar un hechizo de curación… y tus ojos cambiaron.
- ¿Pero por qué cambiaron mis ojos? El hechizo de sanación no me debería haber afectado…
- Era un hechizo de curación, pero del pueblo oscuro. – Explicó Sophiria. – Utilizaste los poderes de la noche para curarme.
- ¡¿Qué?! – Exclamó Aelithia. – Recuerdo haber recitado un hechizo, pero estaba asustada y no recuerdo qué dije…
- “Sombras que habitáis en la noche, tinieblas que ocultáis la luz, brillo de la luna que me das tu poder. Cúrale” – Recitó Sophiria. – Eso dijiste.
Aelithia seguía sin poder creerlo, había utilizado la magia del pueblo oscuro y utilizado el poder de la noche. ¿Por qué podía hacerlo?
- ¿Ha sido casualidad o también puedes utilizar esa magia? – Preguntó Sophiria curiosa. – Ya sería un caso único, ¡Poder utilizar seis tipos de magia!
- Ya es único que podamos utilizar cinco… - Dijo Aelithia. – Y creo que ha sido casualidad…
- Creo que si fuera casualidad tus ojos no habrían cambiado. – Argumentó Sophiria. – Solo tienes que probar.
- Está bien. – Se rindió Aelithia.
Aelithia cerró los ojos y se relajó.
Poco a poco las palabras fueron apareciendo en su mente. Palabras que no había escuchado nunca, hechizos que nunca había aprendido.
- Espíritu de la noche que habitas bajo la luna, nuestras almas están conectadas. Bajo las estrellas hago un trato contigo. Ven, mi espíritu guardián. – Recitó Aelithia.
Frente a las dos niñas se materializó un pequeño lobo de pelaje gris brillante casi blanco y de ojos dorados como los de Aelithia que volvieron a su color natural con la aparición del cachorro.
- ¡Qué bonito! – Exclamó Sophiria.
- Hola, Nailth. – Saludó Aelithia poniéndole nombre al cachorro. – Bienvenido.
Las dos niñas estaban tan alegres jugando con el pequeño cachorro de lobo que habían olvidado de la caída de Sophiria, de lo extraño que era que Aelithia dominara la magia de la oscuridad, de la repentina aparición del lobato y de que era hora de volver.
La doncella había ido a por las dos princesas, era la hora de cenar. Había visto a Sophiria caerse y había corrido a atenderla pero al acercarse vio a Aelithia levantar la mirada.
Esos ojos no eran normales, los preciosos ojos dorados que poseía la princesa habían cambiado a los ojos amarillos de una bestia, de un miembro del pueblo oscuro utilizando sus habilidades.
Y para finalizar el sin sentido que estaba teniendo lugar en el jardín del palacio del reino de la luz un lobo se había materializado frente a las princesas como respuesta al hechizo que
Aelithia había recitado.
Esa niña no debería estar en el palacio, ni en el reino, esa niña era un peligro. Debería estar en el pueblo oscuro, el pueblo de las bestias.
La doncella corrió dentro del palacio a informar al resto del servicio.
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Solo falta el fratricidio u.u que te hizo la niña esa Snifff
ResponderEliminarPara que luego digas que no comento.
P.D.: te quero