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viernes, 28 de diciembre de 2012

La doncella del mar 19

Y cambio de escenario. Esta vez en lugar de una amplia mansión me he imaginado el pequeño cuarto de una sirena. ¿Por qué pequeño y vacío? ¿Tal vez porque las sirenas no necesitan tantas cosas para vivir? No lo sé, se me acaba de ocurrir ahora.
Mejor dejo de divagar y os dejo con la historia.

- ¡Nisela! ¡Niselaaa!

Podía escuchar los gritos deformados que llegaban desde la superficie.

¿La superficie? ¿Dónde estaba ella?

No podía respirar, todo a su alrededor estaba oscuro, no podía mover su cuerpo, lo único que notaba eran unas manos que la arrastraban.

Los pulmones le ardían por la falta de oxígeno e intentaban por todos los medios conseguir algo de aire, por mucho que intentara zafarse de las manos que la aprisionaban, no conseguía mover ni un músculo, y aunque intentara ver quién la arrastraba, lo veía todo negro.

Finalmente se dio cuenta de lo que sucedía.



viernes, 21 de diciembre de 2012

La doncella del mar 18

Y aquí se junta todo mi "conocimiento" sobre las sirenas. ¿Amables o crueles? ¿Salvadoras o asesinas? Hay leyendas para todos los gustos.

Leira corrió a su cuarto.
 

Recorrió el pasillo por el que había ido al encuentro de su padre, llegó a la barandilla del recibidor, corrió hacia las escaleras, bajó el primer tramo y subió por el del otro lado.
 

Continuó a toda velocidad hacia el pasillo que se encontraba en frente del que había recorrido antes, giró por él y se detuvo el tiempo suficiente para abrir la segunda puerta y entrar a su habitación.
 

Se acercó al centro de la estancia y se tiró sobre el sofá que tantas veces había compartido con su madre cuando era pequeña.
 

Era uno de los pocos recuerdos que tenía de ella y de sus momentos juntas. Leira había crecido y la habitación de niña en la que jugaba con su madre se había convertido en la habitación de una adolescente.
 

Los dibujos que habían hecho juntas en las paredes estaban cubiertos por pintura azul celeste, los numerosos peluches que habían escuchado las historias de Nisela junto a Leira estaban guardados en un baúl en el desván, los cuentos infantiles se habían trasladado a la biblioteca, la alfombra de colores en la que ambas habían jugado había sido sustituida por una de color azul oscuro y la cama en la que tantos secretos habían compartido hacía mucho que se le había quedado pequeña a Leira.
 

- Sé que volverás, mamá. – Le dijo Leira al vacío.
 

La muchacha se levantó y se acercó al escritorio.
 

viernes, 14 de diciembre de 2012

La doncella del mar 17

Este fragmento me ha salido más largo de lo normal, pero es que Leira y Ceil hablaban prácticamente solos... Quería crear un poco de tensión por culpa de sus puntos de vista opuestos pero parece que al final he acabado haciendo que realmente estén en toal desacuero el uno con el otro...

Me emocioné demasiado mientras escribía esta parte.... Os dejo con la continuación de la historia. 

- Cierto. – Dijo Ceil, recordando que había mandado buscar a su hija. – Quería saber dónde estabas.

- En el mercado, echando un vistazo a las cosas que vendían. – Mintió Leira.

- ¿En el puerto?

- Exacto.-

- No te has acercado al agua, ¿cierto? – Dijo Ceil con una expresión muy seria.

- Cierto, padre. – Volvió a mentir Leira manteniendo la cara seria con la que había entrado a la habitación.

Ceil relajó un poco la expresión, pero la volvió a endurecer en cuanto percibió que el vestido de Leira tenía unas ligeras manchas en el borde de la falda.

- ¿He de suponer entonces que el olor a mar que he percibido en el momento en el que has entrado es de la brisa marina y que las ligeras manchas de salitre de tu vestido son de cuando te ha salpicado alguien con el que has chocado? – Preguntó Ceil con un tono calmado pero con un claro enfado en la voz.


viernes, 7 de diciembre de 2012

La doncella del mar 16

Parece que casi me tengo que dedicar a diseñar mansiones... En algún momento la haré en los Sims a ver si os gusta cómo queda la mansión. Realmente tengo una imagen exacta en la cabeza. 
 
En cuanto llegó a su casa, Leira deceleró el paso.

Atravesó la verja de hierro oscuro y dejó atrás la ornamentada puerta. Se detuvo en la fuente del jardín y se limpió la arena de los pies.

Cuando se dio la vuelta, con los pies ya limpios, el muchacho rubio ya estaba de pie a su lado con unas sandalias de color azul claro en las manos.

- Gracias, Jonam. – Dijo con una sonrisa.

- Es mi trabajo. – espondió el muchacho quitándole importancia.

Leira frunció el ceño, se puso de pié y continuó por el camino de piedras hasta la puerta de la mansión del señor de aquellas tierras.

Abrió la puerta y entró.