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miércoles, 9 de abril de 2014

Biografía de un fantasma - Capítulo 1 (parte 1)

Sé que aún no he actualizado la historia de La doncella del mar, pero no encuentro los dos capítulos y medio que había escrito en papel y tenía pendiente de pasar a ordenador. Así qué aquí os traigo, a petición de una amiga, la continuación de esta peculiar historia de fantasmas, espero que os guste.

Como siempre, agradecería los comentarios.

Buenos días, público en general. No sé quién va a leer esto, así que mejor lo hago genérico.

Es realmente útil ser un fantasma y no necesitar un descanso de forma muy seguida, preparar trucos nuevos lleva su tiempo y cuando nadie se molesta en avisarte de que vas a tener nuevos compañeros de piso hasta el día de antes, pues como que tiempo es de lo que menos dispones.

¿Por qué ninguno de los que han sido dueños de esta casa piensan un momento que sería decente y de buena educación avisar al pobre fantasma para que pueda prepararse? Si no fuera por las cotillas de las vecinas nunca me enteraría a tiempo para preparar un buen show.

Esta vez he llegado por los pelos, pero he podido ensayar y si no tropiezo o me enredo con algo este va a ser mi mejor espectáculo hasta la fecha.

Oigo abrirse la verja del jardín, hora de comenzar la función.


Hola de nuevo, queridos lectores... O público mejor dicho, quién sabe, tal vez adapten esta historia al cine o al teatro... Esto ya no va únicamente de un fantasma que pasa el rato ideando trucos para divertirse asustando a la gente o para ver si sale en la tele o en alguna revista de misterios, aunque tal vez está historia llegue a ser digna de ser un mito entre los aficionados al misterio y lo paranormal, no voy a rendirme nunca en lo de hacerme famoso...

Me voy por las ramas, mejor aprovecho ahora que aún no han descubierto este cuarto secreto y os cuento lo duro que ha sido mi día... Tal vez debería ponerme a buscar algún hueco entre las paredes del sótano pero mientras esto sea seguro voy a contar lo que podría ser el último día tranquilo de mi vida... No, no voy a hacer ningún chiste con eso, sé que técnicamente no estoy vivo.

Pues bien, esta mañana, después de cerrar el viejo cuaderno que uso para escribir esto, hice lo que cada vez que tengo que preparar una fiesta de bienvenida: me arreglo.

Todo artista debe prepararse para su función y yo no voy a ser menos, no quiero que mis espectadores se asusten por mi aspecto y no por mis trucos.

Pues eso, con una vez con el pelo bien peinado, la cara bien limpia y la ropa bien arreglada, revisé rápidamente todos los preparativos para los trucos y me fui a esperar a la entrada.

Lo bueno de ser un fantasma es que no tardas mucho en revisar la casa y en arreglarte, y como el jardín de la mansión es realmente grande, llegué a tiempo de ver cómo un joven de poco más de veinte años abría la puerta y entraba.

¿Un mayordomo? Fue lo primero que pensé. Tampoco iba tan desencaminado, pero con el traje de chaqueta y pantalones negros bien planchados, la corbata bien colocada, el pelo repeinado, los movimientos elegantes y estudiados y la reverencia hacia la joven que lo seguía era lo primero que venía a la cabeza.

Pensándolo más detenidamente el pelo de color rojo fuego y la sonrisa más pícara que formal deberían haberme hecho pensar que era algo más, pero claro, a pesar de estar muerto sigo siendo un joven saludable y como tal mi mirada se centró rápidamente en la joven que entraba a mi mansión.

Si existe algún chico capaz de apartar la mirada de esa chica o bien está ciego o bien batea hacia el otro lado. Únicamente el aura elegante de esa chica es capaz de hacer que te olvides de lo que estabas haciendo, estoy convencido de que incluso las chicas se giran a mirarla cuando la ven pasar.

Sí, por si no se ha notado aún, me sentí atraído por ella, por su delicada figura, su piel clara y sin imperfecciones, por su rostro de finas facciones, labios sonrosados y ojos del azul más claro y brillante que jamás haya visto. Parecía una muñeca de porcelana, una muñeca capaz de moverse de forma elegante y grácil.

Vestía con un vestido que sólo le había visto a las muñecas de una de las niñas que había vivido en la mansión, un corsé ajustado que resaltaba la finura de su cintura y la perfección de sus pechos, de un tamaño considerable pero sin ser exagerados; con un ligero escote que mostraba lo justo y daba rienda suelta a la imaginación, de manga larga y una falda que le llegaba un poco por encima de las rodillas, todo de color blanco y negro, lleno de volantes, cintas y lazos. Llevaba a juego unos calcetines largos blancos, que si no fuera por el movimiento de su falda al andar habría pensado que eran medias, y unas botas altas negras con plataforma.

El único color proveniente de la chica era el violeta intenso de su pelo, recogido en dos coletas altas que caían hasta su cintura y adornados por unos lazos negros a juego con su vestido.

Como he dicho, una delicada y elegante muñeca... No podía estar más equivocado.



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