Poquito a poquito vamos siguiendo la historia. ¿Os quedáis con la intriga? Yo sí.
El pequeño cachorro de lobo se materializó interponiéndose entre Aelithia y Serian, pero no iba solo.
Siete u ocho lobos adultos se materializaron junto a Nailth y saltaron amenazantes hacia el hombre armado.
- La bestia oscura invoca a más bestias para que la protejan. – Dijo Serian con desprecio. - ¡Pueblo del reino de la luz! ¡Pueblo de Ereïnda! ¡Ahora podéis ver que esta niña es un monstruo!
Serian buscaba el apoyo del pueblo dándoles más y más motivos para matar a Aelithia.
Solo unos pocos gritaban dándole el apoyo que él buscaba, otros pocos se oponían, pero la mayoría de las personas que habían ido a ver la ceremonia corrían hacia la puerta huyendo de la manada de lobos que había aparecido.
Pero a pesar del miedo que causaban, los lobos no se movieron del lado de Aelithia. La cubrían de cualquier posible ataque.
Finalmente solo quedaron en la sala los reyes, las princesas, los caballeros y soldados leales a la familia real, los lobos, Serian y sus hombres, aquellos que opinaban que la princesa debía morir y unos pocos, casi ocultos, que apoyaban a la niña.
En ausencia de la gente a la que debía convencer, Serian se vio con el derecho de atacar a la niña.
- Ha llegado tu hora. – Dijo Serian a Aelithia atacando al lobo más cercano a él.
El lobo cayó con un profundo corte en el lomo. Era la señal que ambas partes esperaban.
Los guerreros que seguían a Serian comenzaron a atacar a los lobos y estos les devolvían un gran número de mordiscos.
En medio de aquel caos de espadazos y dentelladas Alekian cogió a Aelithia ambos empezaron a correr.
- ¡¡Sophiria!! – Exclamó llamando la atención de la princesa que no entendía cómo había llegado a ocurrir todo aquello. - ¡No te buscan a ti sal de aquí y ve a tu habitación! ¡No te seguirán afortunadamente hoy lleváis vestidos muy diferentes!
Sophiria salió corriendo por la puerta opuesta a la que salieron Aelithia y Alekian.
Pero no pudo ir lejos.
Alguien cogió a Sophiria tapándole la boca para que no pudiera gritar.
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