La historia sigue.
- Hemos llegado. – Dijo Alekian cuando llegaron al jardín.
- Pero si aquí no hay nada. – Dijo Sophiria decepcionada.
- ¿Qué vamos a hacer aquí? – Preguntó Aelithia.
Alekian soltó una carcajada.
- Venga, chicos, que las he traído yo, no tenéis porqué esconderos. – Dijo dirigiéndose a los setos floridos.
- Dijiste que iba a ser una sorpresa. – Contestó una voz.
-Estaban deseosas de ayudar y me pareció bien que nos echaran una mano. – Respondió Alekian.
- Con lo que nos ha costado esconderlo todo…
Desde detrás de las plantas comenzaron a salir los soldados de la unidad que lideraba Alekian.
Iban cargados con cajas de madera llenas de extraños artefactos que las pequeñas no identificaban.
-¿Qué es eso? – Preguntó Aelithia curiosa.
Los soldados esbozaron una gran sonrisa.
- Fuegos artificiales. –Respondió Alekian.
-¡¿Fuegos artificiales?! – Exclamó Sophiria. - ¡¡Genial!!
-Sabía que os gustaría.
-¡¡Gracias, Alekian!! – Exclamaron las gemelas dándole un abrazo. – Y a vosotros también.
-Aún no están preparados. –Respondió uno de los soldados.
Los soldados les explicaron a las princesas cómo se hacían los fuegos artificiales y cómo tenían que introducirles magia para darles forma y color.
Cuando llegó la noche Aelithia y Sophiria se despidieron de los soldados con los que habían pasado un rato divertido.
- Gracias por dejarnos ayudar. – Dijeron las dos niñas.
- Gracias a vosotras. – respondieron los soldados.
Alekian las acompañó al interior del palacio.
- Pasad una buena noche, pequeñajas. – Dijo Alekian.
- Mañana ya no nos podrás llamar así, seremos mayores. – respondieron las niñas.
- Para mí siempre seréis pequeñajas. – Respondió Alekian sonriendo. – La diferencia entre hoy y mañana es solo que tendréis vuestra piedra y seréis capaces de entrar en una escuela de magia. No es tan distinto.
- Vale, está bien, no seremos mayores… - Respondieron las gemelas. – Gracias por desilusionarnos.
Los tres empezaron a reír.
- Venga, a dormir, que mañana será un día largo y cansado. Buenas noches. – Se despidió Alekian.
-Buenas noches. – respondieron las niñas entrando en su habitación.
Estaban tan emocionadas que les costaba conciliar el sueño.
El reloj tocó las doce campanadas.
- Feliz cumpleaños Aelithia.
- Feliz cumpleaños Sophiria. – Las dos se felicitaron a la vez.
- Gracias. – Respondieron las dos.
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