Camino sin retorno - Capítulo 2 "Recuerdos"

Como mi inspiración sigue perdida entre fórmulas químicas y de física, en algún campo magnético, un prisma de presiones, un yeso o un hórmigón, os dejo otro capítulo de Camino sin retorno.

Sé que los nombres no están muy currados, los tuve que ir poniendo sobre la marcha, y que la trama está ya muy vista, luz contra oscuridad, así que criticad si queréis, yo también tuve ganas de cambiar partes mientras la pasaba al Word. Pero bueno, decidí subirla tal cual, que si no la cambiaba casi entera y eso ya lo haré cuando escriba la versión completa.

No os olvidéis de comentar. Ah, se me olvidaba, esta historia no tiene lugar en Atharan a pesar de que cuando la escribí ya estaba creado (y dibujado).

Tan solo quedaban tres días para la batalla y los soldados del ejército blanco no paraban en ningún momento.

Desde un banco de piedra en uno de los lados del patio Sayako observaba a los soldaos entrar y salir, cargar armas y darse instrucciones para terminar todos los preparativos a tiempo.

Hacía ya dos semanas que Riku y ella habían llegado al castillo junto con el resto de los mercenarios de Kram.

Después de dos años dentro del grupo habían aprendido a apreciarlos y ahora que necesitaban ayuda querían proporcionársela.

Sayako se acordaba perfectamente del día en que se conocieron, Riku y ella habían tenido que huir de unos perseguidores y al final, ya sin fuerzas, cayeron cerca del campamento de los mercenarios.

Ellos los cuidaron, protegieron y ayudaron en la búsqueda de su objetivo sin importarles quiénes eran ni cuál fuera su objetivo final.

En ese momento el ejército necesitaba toda la ayuda posible para liberarse de la opresión de los reyes oscuros y su ejército escarlata.

Por supuesto los mercenarios de Kram hicieron lo que hacen todos los mercenarios, vender sus servicios.

Todos los mercenarios les dieron a Riku y Sayako la oportunidad de irse pero ellos se sentían en deuda y querían ayudar.

No por nada habían aprendido a luchar.

Thris le había enseñado a Sayako un estilo de lucha con espadas cortas semejante a una danza y Kai le ayudó a encontrar una forma de canalizar su poder mágico.

Ya no era la niña que había vivido en un pueblecito, era una mercenaria de alto nivel, y Riku…

Cuando vivían en el pueblo Riku estaba fuerte pero tras todo el entrenamiento y la experiencia acumulada él ya no parecía un simple arqueólogo, era un guerrero muy diestro en el uso de espadas medias y largas.

Mientras Sayako pensaba en lo fuerte y guapo que se había vuelto su amigo de la infancia Riku entró en el patio y se dirigió hacia el banco donde ella se encontraba.

- ¡Hey! – Dijo mientras se sentaba a su lado.

- Hola, ¿ya has terminado?

- ¡Ups! Bueno, digamos que me estoy tomando un descanso.

- ¿El jefe te ha dejado?

- Bueno…

- Je, je, je – Se rió ella. – Supongo que por un pequeño retraso no pasa nada, aún faltan unos días.

- ¿Sabes, Sayako? Tu poder es genial.

- ¿Cómo?

- Sí, gracias a ti podemos saber cuándo llegarán y podemos estar preparados.

- Bien. – Contestó Sayako en voz baja sonrojándose por el halago.

- Nos vemos esta noche en la cena. – se despidió Riku.

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