Y un cachito más de la historia.
Serian se giró y observó a la mujer.
Era alta y parecía joven, no llegaba a los treinta.
El color de su pelo contrastaba con su piel morena, parecía una aureola de color blanquecino.
- Una mestiza. – Observó Serian al ver los mechones verdes y marrones. – Mitad de la tribu del aire mitad de las tribus de la tierra.
- Sí, pero no veo que ese dato tenga nada que ver con lo que pasa aquí. – Respondió la mujer.
- Y, según el punto de vista de una recién llegada, ¿qué es lo que pasa aquí? – Preguntó Serian con un tono que dejaba claro que la mujer no era bienvenida. - ¿Un hombre malo intenta matar a una niña inocente? ¿No ves que en realidad es un monstruo con las manos manchadas de sangre? Acaba de matar a ese hombre.
La mirada de la mujer se volvió seria.
- Lo único que veo es a un hombre cegado por el odio que intenta matar a una niña inocente a la que culpar de una muerte en la que no tuvieron nada que ver ni ella ni sus poderes, a un hombre que culpa al pueblo oscuro de una muerte de la que no es culpable.
En la cara de Serian se reflejaba el odio que sentía hacia aquella mujer.
- ¿Qué es inocente? Ya ha matado a los reyes, a este caballero y a mis hombres. ¿Qué aquella muerte no es culpa del pueblo oscuro? Aquél niño llevaba la sangre de mi esposa por todo su cuerpo.
- Cada persona interpreta los hechos de forma diferente, algo que crees que es obvio no tiene porqué serlo. – Dijo la mujer. – Ninguno de tus hombres está muerto, el único que ha matado a los reyes y al caballero has sido tú, ella tiene las manos limpias.
Aelithia reaccionó a esa frase, ¿no era culpa suya? ¿Tenía las manos limpias?
Ya queda menos para terminar esta primera parte.
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Miedo me das pequeña Hikari, mucho miedo.
ResponderEliminarQué pasa?
ResponderEliminarPor qué dices eso?