No me había fijado en el número del fragmento hasta ahora... 13 el de la mala suerte... ¿tendrá algo que ver con el contenido del fragmento? Qué pregunta más tonta, yo ya sé qué es lo que pasa. ¿Queréis averiguarlo? Tan solo tenéis que leer xD
Bajo la
superficie, la joven sirena nadó contra la corriente hacia la joven que se
hundía.
El
delfín llegó antes, se puso bajo Nisela y la llevó hasta la superficie.
-
¡Nisela! – Exclamó Ceil un poco aliviado al ver cómo la joven volvía a la
superficie.
Justo en
ese momento llegaron unos de los marineros de la tripulación y, viendo que
Nisela estaba inconsciente, comenzaron a organizarse para rescatarla.
De
nuevo, una ola sacudió el barco y lanzó a Ceil de espaldas, lejos de la borda,
haciendo que perdiera de vista a Nisela.
Cuando
recobró el equilibrio y corrió hacia delante, no vio a Nisela por ningún lado.
La
sirena vio como la joven se hundía de nuevo.
Esta vez
fue ella quien la cogió y la llevó hacia la superficie y, una vez allí, la
mantuvo a flote.
No se
preocupó por que la viera alguno de los humanos del barco si no que, por el
contrario, llamó la atención del joven que miraba el mar, buscando algo, con
una expresión de desesperación.
Ceil vio
a la sirena.
- ¡Está
allí, la tiene la sirena! – Exclamó, señalando al punto en el que se
encontraban las chicas.
- ¿Una
sirena? – Exclamó uno de los marineros. - ¡Rápido hay que salvarla antes de que
la hunda!
La
sirena sabía que tenían mala fama entre los humanos, pero aun así intentó
decirles que se dieran prisa, que las olas pronto hundirían a la joven a la que
sujetaba.
Pero los
hombres ni siquiera oyeron la melodía.
Solo la
escuchó la pequeña niña que miraba pon una ventanita.
- ¡¡Una
ola!! – Gritó Leira intentando advertir a los que se encontraban fuera.
Tampoco
la oyeron.
Una ola
aún más grande que las demás golpeó el barco, arrastró a algunos marineros e
hizo que el resto chocara contra la pared.
- ¿Estáis
todos bien? – Preguntó uno de los marineros.
- Sí… -
Respondieron los otros cinco marineros.
-
¡Nisela! – Gritó el último hombre.
Pero
cuando miró hacia el mar no había ni rastro de Nisela ni de la sirena.
-
¡Nisela! Nisela. Nisela… - Exclamó varias veces sin obtener respuesta.
Los
minutos pasaron y poco a poco la tormenta amainó. Seguía sin haber ni rastro de
Nisela.
Se dejó
caer de rodillas en el suelo, había perdido todas sus fuerzas.
- La
sirena… - murmuró. – Ha sido la sirena…
Seis
hombres lo escucharon en silencio.
-
Debería entrar dentro y calentarse. – Dijo uno de los marineros con voz baja y
llena de comprensión.
¡Buuaaahhhhh!
ResponderEliminarEsta vez sí que sabes qué comentar xDD
ResponderEliminarAún no ha terminado la historia, aún queda para dar y tomar... y aún la tengo que escribir...