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lunes, 19 de agosto de 2013

La doncella del mar 30

De vuelta al fondo marino.

Nhra había dado en el clavo.

No era tan fácil subir a la superficie. Al menos no sin ser vista por los humanos.

Y aún más difícil lo iba a ser en una ciudad costera en la que la vida de los habitantes estaba estrechamente ligada al mar.

- Tendré que ir con cuidado… - Dijo Nsra. – Hay una playa a la que no va mucha gente cuando empieza a anochecer…

Se quedó pensativa.

- Nsra. - La interrumpió Nrya. – Te ayudaré. Puedo ayudarte a buscar, mientras no nos acerquemos lo suficiente como para que nos vean…

Nsra le dio un abrazo tan fuerte que la sirena no pudo terminar de hablar.

- Gracias, Nrya.

- Chicas… - Interrumpió la pequeña. – Sabéis que es peligroso y tal…. ¡No os olvidéis de mí!


Nsra y Nrya miraron a Nhra y se empezaron a reír del mohín que hizo la pequeña.

- ¡Hey! Que yo aún no he visitado la superficie y quiero ver cómo es.

Después de reírse un buen rato, Nrya interrumpió.

- Vamos a pedir permiso para subir. Si decimos que es para la primera visita de Nhra no tendremos problemas.

Las otras dos sirenas asintieron y comenzaron a nadar hacia el palacio de coral.

El edificio estaba construido sobre una pequeña colina y se elevaba imponente y hermoso con sus altas torres de coral decoradas con perlas y conchas brillantes.

Una gran cantidad de sirenas, peces y delfines entraban y salían de él, añadiendo un sinfín de colores a la escena.

Nsra, seguida de Nrya y Nhra se acercó nadando al mostrador, construido con tablas de madera y el ya habitual coral.

Inmediatamente, una sirena bastante adulta las atendió.

- Buenos días, señoritas, ¿qué necesitan? – Preguntó con un tono formal y tranquilo.

- Quiero hacer mi primera visita a la superficie. – Respondió Nhra. – Y ellas van a acompañarme.

La sirena asintió, era común que las sirenas quisieran ver la superficie y era necesario que la acompañaran al menos dos sirenas mayores.

Rellenó un papel y se lo pasó a la joven.

- Pasad por el pasillo de la izquierda y esperad a que os indiquen que podéis entrar. Entregadle el papel a la reina para que lo firme y me lo volvéis a traer aquí.

- Entendido. – Dijeron las tres chicas a la vez.



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