De vuelta al fondo marino.
Nhra había dado en el clavo.
No era tan fácil subir a la superficie. Al menos no sin ser vista por los humanos.
Y aún más difícil lo iba a ser en una ciudad costera en la que la vida de los habitantes estaba estrechamente ligada al mar.
- Tendré que ir con cuidado… - Dijo Nsra. – Hay una playa a la que no va mucha gente cuando empieza a anochecer…
Se quedó pensativa.
- Nsra. - La interrumpió Nrya. – Te ayudaré. Puedo ayudarte a buscar, mientras no nos acerquemos lo suficiente como para que nos vean…
Nsra le dio un abrazo tan fuerte que la sirena no pudo terminar de hablar.
- Gracias, Nrya.
- Chicas… - Interrumpió la pequeña. – Sabéis que es peligroso y tal…. ¡No os olvidéis de mí!
Nsra y Nrya miraron a Nhra y se empezaron a reír del mohín que hizo la pequeña.
- ¡Hey! Que yo aún no he visitado la superficie y quiero ver cómo es.
Después de reírse un buen rato, Nrya interrumpió.
- Vamos a pedir permiso para subir. Si decimos que es para la primera visita de Nhra no tendremos problemas.
Las otras dos sirenas asintieron y comenzaron a nadar hacia el palacio de coral.
El edificio estaba construido sobre una pequeña colina y se elevaba imponente y hermoso con sus altas torres de coral decoradas con perlas y conchas brillantes.
Una gran cantidad de sirenas, peces y delfines entraban y salían de él, añadiendo un sinfín de colores a la escena.
Nsra, seguida de Nrya y Nhra se acercó nadando al mostrador, construido con tablas de madera y el ya habitual coral.
Inmediatamente, una sirena bastante adulta las atendió.
- Buenos días, señoritas, ¿qué necesitan? – Preguntó con un tono formal y tranquilo.
- Quiero hacer mi primera visita a la superficie. – Respondió Nhra. – Y ellas van a acompañarme.
La sirena asintió, era común que las sirenas quisieran ver la superficie y era necesario que la acompañaran al menos dos sirenas mayores.
Rellenó un papel y se lo pasó a la joven.
- Pasad por el pasillo de la izquierda y esperad a que os indiquen que podéis entrar. Entregadle el papel a la reina para que lo firme y me lo volvéis a traer aquí.
- Entendido. – Dijeron las tres chicas a la vez.
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¡Qué bien, otra vez fresquito!
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