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miércoles, 25 de abril de 2012

Estrellas gemelas 52


Continuamos con política, aún queda un poco más, pero es necesario para continuar con la historia.
 Espero que sigáis leyendo y que os guste la historia.

Dejad comentarios, los espero. 

- ¿Qué opina el pueblo, Dorel? – Preguntó Sophiria.

Esta vez se levantó un hombre de avanzada edad, pelo canoso, espalda encorvada y ojos sabios. Vestía ropas simples, propias del pueblo, y utilizaba un modesto bastón como apoyo.

- Como representante del pueblo he reunido las opiniones de la mayor parte de los habitantes. – Dijo Dorel con voz seria. – Los que viven en las ciudades están acostumbrados a cruzarse con los miembros del pueblo oscuro que sirven en las casas nobles, aunque éstos aún son tratados como monstruos o esclavos por algunos ciudadanos.

- Será cuestión de tiempo que la gente se acostumbre. – Intervino Sophiria. – Al igual que se han acostumbrado a tenerlos cerca, se acostumbrarán a verlos como a iguales.


- Ciertamente son pocos los que aún piensen en ellos como monstruos a los que temer u odiar. – Confirmó Dorel. – La mayoría de los jóvenes que empiezan a formar parte de la sociedad son aquellos niños que, sin importar clase social o raza,  jugaban con usted, princesa, y la princesa Aelithia.

Un profundo silencio inundó la sala. No se oía ni la respiración de los presentes, ni el piar de los pájaros al otro lado de las ventanas, ni el aire que se colaba bajo la puerta.
Todos sentían que se había tocado un tema tabú. Desde lo sucedido diez años atrás nadie había vuelto a nombrar a la princesa Aelithia.

- Sí, es posible que puesto que mi hermana y yo jugamos con todos sin hacer distinciones, las diferencias de clase o de raza no sean tan importantes para aquellos con los que jugamos. – Dijo Sophiria rompiendo el silencio. Su expresión era muy seria, no quería recordar lo sucedido aquél día. – Si no me equivoco hay más problemas, ¿cierto?

El hombre tardó en reaccionar.

- Sí, sí. – Respondió en cuanto se dio cuenta de que se referían a él. La tensión del ambiente le había afectado. – Para aquellos que viven en el campo, los del pueblo oscuro son monstruos a los que temen. Para ellos son más peligrosos que los bandidos que atacan, roban y matan.

Nirel bajó la mirada y apretó los puños, dejando marcados los relieves de la empuñadura de su espada en la palma de la mano que la sujetaba, mientras que Serian endurecía aún más su expresión.

“Claro que los temen, son monstruos que matan a quien les tiende la mano” Pensaron ambos.

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