Disculpad el pequeño retraso, tengo esto (y más) escrito desde la semana pasada, pero no he encontrado un momento para pasarlo al ordenador hasta ahora... Aunque 45 minutos no es tanto retraso para esto, ¿no?
Volvemos a la superfície.
La cena fue muy silenciosa.
Ceil no hizo ningún intento por comenzar una conversación, tan sólo comía y le murmuraba algo a Sebastián de vez en cuando.
Por su parte, Leira, sabía que si abría la boca para algo que no fuera comer su padre empezaría de nuevo la discusión sobre las sirenas. Aunque tampoco tenía nada que decirle.
Al terminar de cenar, Leira se levantó de la mesa tan pronto como le permitían sus buenos modales y se dirigió a su habitación, esperando que su padre no la detuviera.
- Leira, - La llamó Ceil. – Quédate un momento.
El intento de la chica había fallado.
- ¿Qué quieres, padre? – Preguntó con el tono más formal que sabía mientras volvía a su asiento.
- Leira, sé que te gusta el mar tanto como le gustaba a tu madre – Comenzó Ceil. – Pero sabes que es peligroso, yo sólo me preocupo por ti.
La expresión de Ceil era la de un padre preocupado por su hija, pero Leira había oído demasiadas veces aquél discurso.
- Padre. – Ella también tenía el discurso preparado. – Ya no soy una niña pequeña, sé cuidar de mí misma y sé cuándo es mejor mantenerse lejos del mar.
- Cierto. – Suspiró Ceil mirando a su hija. – Pero no sabes cuándo puede aparecer una criatura peligrosa.
Leira sabía muy bien a lo que su padre se refería como “una criatura peligrosa”.
- Padre, no creo que las sirenas aparezcan en un pueblo costero. – Respondió Leira ya de memoria. – Hay demasiada gente en la costa como para que se arriesguen a aparecer.
- Aun así… - Comenzó a decir Ceil.
- ¡Padre!- La muchacha estaba perdiendo los nervios. - ¡Han pasado trece años desde que insistes en mantenerme lejos del mar y aún no ha aparecido ninguna sirena!
- Leira… - Ceil estaba preocupado por su hija, pero ella no se esperó a escuchar la respuesta.
La chica se había levantado de la silla y ya estaba a la altura de la puerta del comedor.
- No, padre, ni me voy a alejar del mar ni voy a perder la esperanza de volver a ver a mamá. – Dijo sin mirar a su padre.
Salió del comedor y corrió hacia su habitación.
- Señor… - Intervino Jonam, que se había mantenido al margen como su abuelo. – La señorita quiere creer que las sirenas no ahogan a la gente sino que salvan a los náufragos. Así podrá seguir manteniendo la esperanza de que la señora siga viva.
- Esa historia es un cuento de hadas. – Respondió el señor de la casa. – Y como tal, es mentira.
- Señor, - volvió a decir Jonam. – La historia es más bien una leyenda, y como tal puede contener parte de verdad.
El chico hizo una reverencia y salió por la puerta.
Ceil se quedó pensativo.
- Leyenda… - murmuró – También el que esos seres sean asesinos tiene parte de real.
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Imperdonables los 45 minutos de retraso. Estooo, ¿a qué hora se supone que debes publicar?...
ResponderEliminarUn consejo: cambia lo de murmurar algún algo.
Las entradas están todas programadas para los lunes a las 10:00.
ResponderEliminarYa está corregido, eso me pasa cuando lo escribo a mano y lo paso al ordenador... Mientras lo voy pasando hay veces que escribo lo que pienso que sigue y luego leo que puse otra cosa...