Continuamos con estrellas gemelas.
Al
llegar de nuevo al puerto, las dos chicas comenzaron a buscar un barco.
-
¿A la región de la luz? – Dijo el décimo marinero al que le preguntaron. – No.
Ayer salieron varios barcos hacia allí, no creo que salga otro hasta dentro de
una semana como mínimo.
Todos
habían respondido casi lo mismo.
-
¿Y has visto a un chico joven con el pelo violeta oscuro, piel morena y ojos
rojos? – Preguntó Astaria por décima vez.
-
Ojos rojos y pelo violeta… - Repitió el marinero pensativo. – ¡Sí! Salió ayer
en uno de los barcos que iban a la región de la luz.
Astaria
y Aelithia se miraron. Al menos sabían que no les llevaba mucha ventaja.
-
¡Ah! ¿Podría ser usted Astaria? – Preguntó el marinero.
-
Sí. – Respondió ella curiosa, ¿cómo sabía su nombre?
-
El joven por el que ha preguntado estuvo esperándola hasta el momento de
zarpar. Como no llegaba me pidió que le diera un mensaje. – Dijo el marinero
recordando lo que tenía que decir. – Dijo que la esperaba en Ereïnda, que él
tenía que llegar antes y no podía esperarla más tiempo.
-
Gracias por el mensaje. – Respondió Astaria con una ligera reverencia. – Al menos
ya sabemos dónde encontrarlo.
Aelithia
asintió.
-
El problema que tenemos es el encontrar un barco. – Comentó Aelithia cuando
daban la segunda vuelta por el puerto. – Si tenemos que esperar una semana a
iremos justas de tiempo para llegar a la capital del reino de la luz.
Astaria
asintió. El viaje en barco duraría varios días y el camino hasta la capital les
costaría al menos una semana de camino.
-
¿Queréis ir a la región de la luz? – Preguntó una voz a su espalda. – Yo conozco
un barco que se dirige hacia allí.
Las
dos chicas se giraron para ver al chico que les hablaba.
Era
joven y alto, con el pelo azul típico de la región del agua. Vestía con ropas
un poco más caras que el resto de los que se encontraban en el puerto y tenía
una agradable sonrisa en la cara.
-
¿Os interesa? – Preguntó con una amplia sonrisa.
Aelithia
y Astaria se miraron.
-
Sí, echaremos un vistazo. – Respondió Aelithia.
El
chico asintió y comenzó a dirigirlas hacia el fondo del puerto.
De
pronto, Astaria se detuvo en seco, cogió la manga de Aelithia, la atrajo hacia
ella y le susurró.
-
Presiento una energía negativa dirigida hacia nosotras, no sé si provienen de
él o no, pero si le seguimos pasará algo.
Aelithia
se giró y le dirigió una sonrisa a Astaria.
-
No importa. – Respondió alegre. – Será divertido.
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