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lunes, 2 de julio de 2012

Estrellas gemelas 56

Y haciendo un poco de turismo antes de embarcar.


Tal y como predijo Aelithia, las dos chicas llegaron a la entrada de la ciudad al amanecer.

- Bienvenidos a Equar. – Leyó Aelithia en el cartel con el mapa de la ciudad. – Parece que el puerto está al sur.

Las dos chicas se dirigieron hacia el puerto pasando por calles casi vacías en las que sólo se cruzaron con los que empezaban la jornada antes del amanecer y unos pocos madrugadores.

La ciudad comenzaba a despertar cuando llegaron al puerto.

- Ahora tenemos que buscar un barco que se dirija a la región de la luz. – Dijo Aelithia. – Pero supongo que podemos descansar antes y desayunar.

Astaria sonrió, estaba muerta de hambre y cansada.

- Me encanta esa idea. – Respondió alegre.

Ambas dieron una vuelta por la calle del mercado y encontraron una pequeña panadería de la que salía un olor delicioso.

Astaria se puso roja cuando le rugieron las tripas después de oler el aroma a pan recién hecho y a miel.

- Pues entremos aquí. – Dijo Aelithia riendo.

Cuando abrieron la puerta, una campanita avisó de su llegada.

Mientras Aelithia y Astaria miraban los distintos bollos que estaban ordenados en bandejas en los distintos estantes detrás y bajo el mostrador, una joven llegó desde el interior de la tienda.

- ¿En qué puedo ayudaros? – Dijo educadamente la joven.

Vestía un sencillo vestido largo y de manga corta con bordados de flores.

- Estos bollos huelen deliciosos, ¿de qué están hechos? – Preguntó Aelithia.

La joven sonrió.

- Éstos llevan miel en la masa, éstos están rellenos de mermelada de fresa, éstos con mermelada de mermelada de frambuesa y éstos de compota de manzana. – Dijo señalando las bandejas una por una.

- Yo quiero uno de miel. – Dijo Astaria señalando los bollos dorados.

- A mí ponme uno de los de fresa. – Añadió Aelithia señalando los que se veían ligeramente rosados.

- De acuerdo. – Respondió la joven con una sonrisa. – Son cincuenta Fel cada uno.

Aelithia le entregó una moneda plateada a la joven y salió de la tienda junto a Astaria.

- ¡Está delicioso! – Exclamó Ataria al darle un bocado a su bollo.

Aelithia le dio un bocado al suyo.

- Tienes razón. – Respondió con una sonrisa.

Ambas se dirigieron de nuevo al puerto.

En ese momento las calles comenzaban a llenarse de gente, por lo que ambas se cubrieron con las capuchas de sus capas.

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